martes, 22 de enero de 2013

La caída de Lucifer

 


La caída de Lucifer.

“¿Queréis inclinar la cerviz? ¿Preferís doblar una rodilla dócil? No, no lo preferiréis si es que os conozco, según creo o si es que os tenéis por oriundos hijos del cielo que nadie poseyó antes que nosotros. Aunque no todos seamos iguales, somos sin embargo, libres, igualmente libres, porque las alcurnias y las categorías no son contrarias a la libertad, si no que se armonizan con ella. ¿Quién puede introducir leyes y decretos entre nosotros cuando, aún sin leyes, no cometemos nunca un error? Con mucha menos razón puede ser aquel nuestro señor y pretender nuestra adoración en detrimento de esos títulos imperiales, que atestiguan que nuestro estado se ha hecho para gobernar, no para servir.”
Lucifer, Estrella de la Mañana.

Cuando nada existía y no había cielo ni estrellas, cuando no había universo y lo absoluto reposaba en la nada eterna, un rayo de luz quebró las tinieblas. Un fuego fulgurante nació y encendió los mundos. A ese fuego primigenio se lo llamó Lucifer, que significa "el que porta la luz" o "el que trae la luz". Lucifer fue la primera manifestación de Dios saliendo de su letargo. Es el primer ángel que tuvo como misión encender la chispa primera que dio luz al universo. Lucifer fue el primer ángel y querubín en ser creado, y era además el más poderoso. Solo Dios lo superaba en inteligencia y poder. Irradiaba más luz que cualquier otro ángel, y su belleza era como ninguna antes vista en el cielo. Lucifer fue el primer ángel que despertó a la Creación y fue la más grande criatura de magnificente belleza en la aurora cósmica. Este ángel tenía una hermosura increíble y no comparada a ninguna otra creación. Todos los Ángeles que fueron creados después de él no tenían la belleza ni la grandeza que poseía el primer ángel de la mañana. El fue el encargado de encender las primeras luces del universo, y en memoria a aquella primera luz se llamó Lucero a la primera estrella de la mañana.

Desafortunadamente, Lucifer se convirtió en un ser ambicioso, a tal nivel que un día decidió que iba a demostrarle a todos cuán grande era su poder. Para probar esto, iba a elevar su trono a la altura de Dios. Sin embargo, otros ángeles no aprobaron las intenciones de Lucifer, ya que no querían que un ser inferior tratara de ser igual a Dios y Su poder. Aquella rebelión de los ángeles contra Dios fue como un complot, algo que no podemos imaginar. Cuando Lucifer trató de llevar a cabo su plan reuniendo un ejército de ángeles rebeldes a Dios, estalló la Primera Guerra en el Cielo, pues se abalanzaron todos los Ángeles a las órdenes de Miguel sobre los de Lucifer. Se libró una gran batalla, Miguel y sus ángeles luchaban contra Lucifer. Lucifer y sus ángeles combatieron, pero no vencieron, y no quedó ya lugar para ellos en el cielo. Y fue así como el Lucero de la Mañana fue arrojado del cielo y sus ángeles con él, derrotado y expulsado junto a quienes le siguieron en su rebelión por las huestes a las órdenes de Miguel. Esta guerra duró miles de millones de años, que tuvieron lugar durante el segundo día de la Creación para ser exactos, hasta que las dos terceras partes de los Ángeles lograron vencer a los rebeldes que fueron arrojados hacia los abismos, fuera del universo. Al caer sus alas se tiñeron de negro, al cubrirse de sombras sus corazones esperanzados, con la derrota. Fue en ese momento que la maldición se pronunció, pero esto no significa que alguien haya dicho algo, significa que en el universo se quebró la paz que existía hasta entonces, y lo que se creara ya no tendría jamás el acuerdo beneplácito de todos los Ángeles, de toda la Creación del Señor.

Los Ángeles caídos vagaron por la tierra vacía del no-mundo, lamentándose por su error. Pero Lucifer no se lamentaba. Sentía el dolor del rechazo, de la injusticia de Dios. Todo en el empezó a sufrir cambios. Donde antes solo hubo amor incondicional empezó a anidar el odio más visceral, transformando el dolor en deseos de venganza. Su corazón se volvió frió y despiadado, su luz se apago, convirtiéndose en la oscuridad más profunda. Su belleza abrumadora se retorció hasta adquirir una profunda oscuridad cuando rechazo su propia luz. Ya no inspiraba ciega devoción entre sus hermanos caídos, sino un miedo abismal a contradecirle. Continuaba siendo el más perfecto, el más bello, el más sabio, pero la pureza quedó destruida con la luz que le daba nombre. Construyo un reino de tinieblas, el reverso del que había sido su hogar y se erigió como rey y amo absoluto de su reino de tinieblas, con su propia legión de Ángeles caídos y oscuros. Desde allí juró venganza. Si no podía tener el reino de los cielos y ser parte de la creación, como era su cometido hasta la caída, sería el destructor de la obra de Dios. Y cuando terminara con ello desafiaría a los cielos y reclamaría lo que le pertenecía como derecho de nacimiento, el lugar al que estaba predestinado. Usurparía el puesto de Dios algún día. Se dijo a si mismo que no tenía prisa, así que se sentó en su trono a cavilar sobre sus estrategias. No por nada era también el Ángel más paciente de la creación.
 
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario