jueves, 1 de agosto de 2013
Descender a las profundidades del abismo
A la edad de treinta años Zaratustra abandono su patria y se encamino a la montaña. Durante diez años gozo tranquilamente de su espíritu y de su soledad. Finalmente sus pensamientos y corazón experimentaron un cambio, y levantándose cierta mañana, encaro al sol y le dijo ¨pues bien, has de saber que estoy hastiado de mi sabiduría , como la abeja que ha acumulado demasiada miel. Ahora necesito manos que se extiendan hacia mi. Yo quisiera dar y repartir hasta que los sabios que haya entre los hombres vuelvan a gozar de su locura y los pobres con su riqueza.
¨Pero para ello, debo descender a las profundidades del abismo igual como haces tú cuando termina el día y llega el atardecer y te sumerges detrás del mar para iluminar incluso a los infiernos. !Oh, astro rebosante de riqueza!
¨Yo al igual que tú, tengo que hundirme en mi ocaso, como dicen los hombres a quienes quiero dirigirme.
¨!Bendíceme, ojo apacible, pues tú si puedes contemplar sin envidia cualquier felicidad por grande que sea!¨
Y así comenzó el ocaso de Zaratustra.
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